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El 25 de julio llegará el bastón de mando confeccionado para el próximo presidente de la Nación

La ceremonia de entrega de banda y bastón de mando al presidente electo es una de las más significativas en cada recambio democrático. La tradición comenzó con la asunción de Domingo Faustino Sarmiento el 12 de octubre de 1868.



Según las crónicas, cientos de ciudadanos entusiasmados por presenciar el traspaso de mando, entraron por la fuerza a la Casa de Gobierno, rompieron ventanas y treparon a todo tipo de muebles para atestiguar ese momento.

De 10.30 a 13.30 y de 15.30 a 19.30 en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson todos los que lo deseen podrán participar del cincelado de la empuñadura.

El metal utilizado es la plata, que es la que en su etimología latina, Argentum, le dio nombre a nuestro país. En ese extremo se labran flores de veinticuatro cardos, una por cada provincia más la Capital Federal; y tres pimpollos que representan las Islas del Atlántico Sur. Además, lleva el Escudo Nacional.

Los sanjuaninos podrán hacer su aporte a los tres millones de golpes de cincel necesarios para ese fino tallado.

La historia del bastón de mando tiene una fuerte impronta patriótica. Por años se fabricó en caña oriunda de Malasia, con puño y regatón de oro 18 quilates, más dos borlas. Pero tras finalizar el periodo de dictadura, Alfonsín decidió cambiar los materiales por un diseño más propio de nuestra identidad. Le encargó el diseño a Juan Carlos Pallarols.

El orfebre, utilizó plata por su simbolismo argentino y eligió madera de urunday, un árbol lustroso y duradero del norte del país.

«Con símbolos pensados para que sea realmente democrático: Plata argentina, como metal noble, dúctil y de nuestro suelo. Una flor bien federal, representando a nuestras provincias, que crece al costado del los miles de kilómetros. Una madera incorruptible como el urunday, que además de ser la que viste los cuadros de los campos argentinos, brilla por si sola, no necesita pulidos. Todo eso vi en la figura de un presidente, mucho más que poder o mando», describe el artista.

El pago requerido fue $1 y desde entonces se ha encargado de los bastones presidenciales de la democracia a ese simbólico precio.

El prestigioso orfebre proviene de una larga tradición de trabajo en metales, con reconocimiento mundial. Su familia, oriunda de Cataluña, se instaló en nuestro país con una fuerte impronta artística.

Su Taller Museo de San Telmo se levanta sobre el que fundaran sus antecesores en 1750. “Me gusta ver las latitas de bronce, gastadas por el tiempo, reconocer algunos grabados hechos por mi padre, otros por mi abuelo y algunos por mí. Latitas que guardan cientos de cinceles de todas las formas y tamaños, con puntas que han dejado su huella en miles de obras”, relata Pallarols en su sitio web.

De sus antepasados heredó una particular filosofía de trabajo. “Mucho he insistido en el valor de tomarse las cosas con calma. Para mí trabajar es jugar, tal como lo hacía de pequeño en el taller de mi abuelo José”, cuenta Pallarols.

En su visión, lujo es buscar la perfección con calma. “Dar todo de nosotros por nosotros mismos, por nuestro propio orgullo de haber hecho las cosas bien, del mejor modo y en búsqueda constante de la excelencia”.

Así nacieron cálices papales en el Vaticano, regalos oficiales encargados por distintos mandatarios, mates de colección y las rosas homenaje a Lady Di, Máxima de Holanda, entre otras personalidades. Sus piezas de gran valor estético, técnico e histórico, se distribuyen por el mundo cosechando reconocimiento internacional.